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CUENTOS

todas las lágrimas de lo creado asomasen para clamar por el perdón y la misericordia, para implorar la muerte redentora, para suplicar la libertad de las cadenas que atan á la humanidad sobre la tierra; anúdanse los sollozos en las gargantas y todos los labios murmuran la lamentación del profeta: "¡Venid y ved si conoceis dolor como el mío!" Y al mismo tiempo que la fuente despide raudales clarísimos, el llanto de la raza humana riega el suelo agostado por el delito; los acordes gemebundos aumentan, crecen, se agigantan y ya parecen rodar con el estrépito de los astros desquiciados, en el espacio turbio y revuelto por los torbellinos desordenados que pasan, giran y se revuelven, confundiendo las cenizas dispersas, las arenas y las aguas de los mares, las luces y las tinieblas, el fuego y las nieves, los hombres y las cosas en la catástrofe final, y el órgano sigue pregonando por encima de todo: