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CUENTOS

y de las salvas en el instante de alzar, para lo cual daría la señal un negro colocado en la puerta... Cuando fué tiempo, las campanas lanzaron verdadera lluvia de repiques acelerados, y desde la plaza estremecieron los cerrillos circunvecinos las camaretas, los cohetes y los buscapiés encendidos todos á una voz, y las descargas de una compañía de voluntarios armados con fusiles de chispa, preparada también para el acto.

Después, cuando terminó el oficio, salían los feligreses de la pequeña nave, apretándose en la puerta, y con sus vistosos y abigarrados trajes hacían el efecto de una bandada de pájaros á los cuales se les hubiese de pronto abierto la prisión. Todos corrían á buscar sus cabalgaduras, amarradas del cabestro á la sombra de los grandes árboles de alguna finca próxima, y formados de nuevo los grupos, se dispersaron entonces, yendo á las pulperías ó á las casas donde se habían preparado los bailes para los tres