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CUENTOS

alma, con todos sus heroismos, hacía en él su aparición á través de los siglos.

Era el hombre de la moral pura, el apóstol de la virtud privada y cívica, el patriarca de la familia y de la comuna. En su hogar era el sacerdote que proteje y bendice, en los negocios humanos la buena fe ideal del derecho cristiano, muchas veces más alta que la moral de la ley; en la sociedad á que perteneció, fué un ciudadano de los grandes tiempos de Roma, cuando la patria vivía en el corazón é impulsaba la voluntad. Buscaba en todas las cosas la hermosura y la admiraba con entusiasmo; en las acciones buenas veía ante todo el lado bueno, admitiendo la maldad con pruebas severas; en las palabras fijaba la atención tratando de recojer con cuidado la idea culminante, la enseñanza moral ó científica, la belleza de la forma, y las retenía y participaba de su entusiasmo á todos los demás.

Nunca el hombre de pensamiento tuvo mejor amigo, porqué lo absorbía, lo