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CUENTOS

cro, como su autor y árbitro supremo.

Permanecí largo rato con los ojos inmóviles, fijos en las brasas y como hipnotizado, dejando correr la imaginación y nacer y reemplazarse unos á otros los recuerdos, sucederse las fantasías, las imágenes, las historias y las visiones, hasta que llegué á la memoria del día en el cual me encontraba, y fué algo como fiebre, como desesperación lo que entonces se apoderó de mí. Era el 25 de Mayo el que empezaba á amanecer, y lo advertía en el nuevo matiz que comenzaba á colorear las oleadas de la niebla pasajera. La tinta negra convirtióse lentamente en una leve y cenicienta claridad con visos de rosa pálida; ya se distinguían siluetas de cumbres más lejanas como vistas á través de cortinas de tul; el fuego languidecía y un vientecillo crudo y cortante llegaba á anunciarme la aurora.

¿Será posible que la niebla tenaz me impida contemplar la salida del Sol de Mayo desde esta cumbre que domina