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CUENTOS

necrópoli. ¡Que estremecimiento profundo el de aquella silenciosa llanura horadada de tumbas y salpicada de cruces piadosas! Y ¡cómo repercuten á distancia y con vibraciones infinitas, los toques de alarma del heraldo fantástico, corriendo envuelto en nubes de humo, en chisporroteo de brasas y en remolinos de polvo á través de selvas descoloridas, y flanqueando montañas, avanzadas como centinelas en medio de la planicie!

Intensa fué, sin duda, la emoción que sintieron las aves tristes de esos bosques, consagradas á cantar lamentos de una musa huérfana y abandonada en un desierto, ó á implorar las bendiciones de dioses mudos y sordos, casi siempre, á las súplicas melodiosas.

Las lluvias se ausentan por largo tiempo, y los pobladores de la tierra sedienta se revisten del color de ceniza de las lavas volcánicas; comienzan á caer rendidos por el hambre y la sed los ganados, y á agruparse y apiñarse