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Era en la ciudad de los templos y de la vida colonial, y en los buenos días en que aún no habían desaparecido del todo las huellas de la Córdoba antigua, llena de tradiciones y recuerdos, de signos elocuentes de la historia, de ceremonias y festividades anunciadas de lo alto de gallardas torres por las
campanas sonoras y solemnes.
Vivía aún la Córdoba de los estudios tranquilos y serenos á la sombra del