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CUENTOS

los dulces, los muñecos, los artefactos, los ángeles y los mil juguetes que hacen la delicia de la alborotada muchedumbre.

Así es, en efecto, el árbol de Navidad, símbolo de la sabiduría y del amor supremos, inagotable, infinito en dones y en beneficios.

Es el niño nacido en Bethlem de Nazareth el que ha venido á poner allí para sus compañeritos de la tierra todo lo que ha de hacerlos dichosos; es él quien inunda de júbilo sus rostros radiantes y sus pupilas movedizas, para que pase á los corazones de los padres, sentados con gravedad de dioses lares, —como dijo un ilustre poeta de su anciana madre,— en el mullido sofá del gran salón señorial, contemplando tranquilos el grupo de la humanidad que ha de reemplazarlos y que les infunde fe, serenidad y alegría para contemplar el más allá.

¡Que felices son los niños de las grandes ciudades, cuán estrepitosas sus