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CUENTOS

habían de empezar á llegar, y era preciso que él estuviese en la puerta para recibir desde el primero hasta el último. Cuando asomó al zaguán, la mosquetería le saludó con un murmullo de admiración y de sorpresa, porque salía radiante de noble satisfacción y porque era la primera vez que su vientre pantagruélico, fajado por su chaleco blanco, se adelantaba unas cuantas pulgadas de los filetes de un frac. ¡Cómo conocía él la impresión causada por aquella fiesta en el pueblo apretado para mirar adentro de su casa! Parecíale que de un momento á otro iba á surgir el grito comprometedor, pero ansiado, del seno de la masa popular:

― "¡Viva don Baltasar de la Peña, futuro Gobernador de la Provincia!"

Tan clara tenía la convicción de que ese grito iba á estallar, que tentado estuvo de llamar á algunos del grupo y pedirles por favor que no lo hicieran, porque lo comprometerían ante el señor Gobernador.