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CUENTOS

dados dados se hallasen elegantemente plegadas, que la mesa del comedor se aumentase con otras cuatro ó cinco, que no faltasen platos, copas y cubiertos, y al efecto los contaba y recontaba á cada momento; que se apurase la provisión de chanchitos, pavos, corderos, gallinas, etcétera, para que nadie se quejase de hambre en casa de don Baltasar de la Peña y señora, la primera vez que abría sus salones á la sociedad.

En cuanto á la ama de la casa, su esposo no la permitía trabajos fuertes, porque, como tenía que conservarse para la noche del baile, podría ajársele el cutis y perdérsele el color, y lo más que hacía era vigilar la gente femenina de plumero y de aguja, y eso, bien envuelta la cabeza con una tohalla para resguardar el pelo del polvo; en cuanto á las manos, no había cuidado, porque se pondría guantes y no se notarían las durezas de la piel. Ella era hermosa y fresca todavía, aunque se casó de muy niña, y tenía nueve hijos, así, de mayor