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Pobre jaulita que no puede llorar!....

Cuando a la mañana siguiente vinieron a poner en órden el suntuoso salon, llegó graciosa y afanada la dueña del canario como de costumbre, à saludar à su favorito con un fresco cogollo de lechuga. Desolacion! «Dónde esta mi pajarito?» Agudo grito de espanto se escapa del pecho de la niña jugetona «El gato!» esclama con acento doliente y el llanto anuda su voz. «Ah tu puedes llorar» piensa para sí la desdichada jaulita! «Cuan feliz eres!

«Que se lleven esa jaula» dice una voz airada, e invisible mano mueve a la desdichada jaulita, arrastrándola quien sabe à donde

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Hay en las casas ciertos sitios misteriosos, apartados, recónditos, que nunca visita el sol ni los niños; dónde las arañas tejen sus redes prisioneras, sin que nada turbe su incesante tarea.

En esos sitios silenciosos, lóbregos, es dónde van amontonándose esa serie de objetos

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