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ser maligno de esos que creó la naturaleza, para contrastar con las flores, los pájaros y los niños; dando un brinco àgil y mañoso, trepó hasta la esbelta pagoda. Las campanitas se agitaron. Fué el toque de á rebato que anuncia peligro de muerte. Momento da horror! Aceradas uñas oprimen las delicadas paredes; agítase convulsa la brillante pagoda sacudida por el peso del gigante monstruo.

Mortal angustia! Con redondos, refulgentes ojos de mirar felino y hambriento, el gato fascina al tímido canario, que con corazon palpitante y angustiado se apelotona y achica cuanto le es dado. La monstruosa asesina garra, destroza de un manoton el cuerpecito delicado; tiñendo en sangre las satinadas plumas. Oyese un quejido doliente, ahogado y afanoso crugir de afilados dientes, seguido de mortal silencio. Horrible!.... La atroz carniceria esta consumada! Que queda ya del cantor alado? Unas gotas rojas y plumas magulladas, con despojos encarnados!

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