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28 — Recuerdos de un pintor

tararear algún trozo de música de su buen tiempo!


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Dos meses después iba á dejar aquellos lugares: la carrera del arte me llevaba á Roma. Bañados por el sol de Diciembre, ante mis ojos llenos de tristeza, los jardines se vestían de nuevo. Por todas partes, en la resurrección de la pompa verde, estallaba con alegría el vigor juvenil de la tierra.

Entre los gorjeos de los pájaios escuché á la viejita su última charla, comprendiendo que no volvería á verla.

— Hasta el año que viene.

La vi tan afligida que no quise decirle el verdadero plazo de mi ausencia; y la dejé más sola que nunca, frente al retrato de don Pedro, que parecía mirar con pena sus armas herrumbrosas.


* * *

En Europa recibí una sola carta de la que pronto siguió á su compañero.

La campaña de Roma fué laboriosa y fecunda. Vosotras, telas de templos y museos, sabéis cuántas horas se prosternó un alma ante la antigüedad robusta y gloriosa.

Y esa misma alma se embebió en misterios y memorias de ruinas; en grandezas de