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Recuerdos de un pintor — 21

Mientras yo pintaba, él leía. Calderón y Lope eran sus favoritos. ¡Oh! los parlamentos de sonantes endecasílabos, y los ingeniosos discreteos de damas y galanés; he ahí para él el ideal del arte, por serb de la vida.

Vestir calzón corto, tocarse con emplumado sombrero, llevar espadín al cinto y sacarlo por un quítame allá esas pajas, á los rayos del sol ó á la luz de los candiles, y batirse, matar, huir de la ronda, subir una reja, caer en tiernos brazos.... ¡Qué tristeza la de haber llegado, como Rolla, tarde, muy tarde!

A sentir la nostalgia de todo eso, llevaba al viejo su espíritu aventurero, su amor á las mujeres, su antipatía á la fe conyugal, su desprecio por la vida.

Pero eso sí, en cuanto á lo último, había de caer herido por hierro, y él diría á la muerte: —adelante, señora— y diciendo y haciendo, saludaba, mitad ceremonia, mitad sonriente.

En cambio morir en cama, de pulmonía por ejemplo, era ridículo, vulgar, grosero.

— Así es, hijo,que le doy un consejo: en Agosto, sobre todo, coserse á tiempo.

— ¿Qué dice Vd?

— ¡Que obedezca á un viejo y lo imite! Por las mañanas, hilo y aguja á las medias con el calzoncillo y al calzoncillo con las medias,