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134 — Cuento de Navidad

de luces en los arcos; y todos llevan adentro, miran en el aire, sienten en la música, algo intangible, inexpresable, que murmura felicidad, dice olvido, se envuelve en una esperanza, y es.... ¿quién lo sabe? Se acerca la Noche Buena.


* * *

En un grupo de frescas muchachas, camina Marta, alegre, con su vestido nuevo. Lleva á Mimí, al charlatán Mimí, de la mano, y nadie imagina las penas y ternuras que unen sus dos manos enlazadas.

Mimí se olvida de su dolencia, deslumbrado y absorto; todo es lindo en verdad, pero nada tan lindo como aquello.

Dos grandes jarrones de ónix lucen caprichosas flores de invernáculo, envueltos en reflejos azules y de tornasol apagado.

A manera de palios ó de fuentes de las mismas flores, saltan por aquí, por allá, hojas esmeraldinas ó con tonos de zafiro. Entre frescos musgos, se yerguen dos columnas de bronce, y, surgente de los mecheros de sus lámparas, la luz eléctrica se difunde suave, con el matiz rojo de artísticas pantallas. Las blondas caen, y dos hadas pulsan la cítara, casi intangibles en su trono, ideales en los pliegues de sus mantos, cubiertas