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VI

Aquí el grillo, con voz de tenorino,
cantaba el Trovador, junto á una rana
encerrada en un charco del camino;
y ella, perdida su ilusión temprana
por la ruda crudeza del destino,
asomaba del charco á la ventana,
y, con voz que á una legua se la oía,
á los cantos del grillo respondía.

VIII

Jilgueros y palomas transformaban
los árboles del monte en mundos chicos;
del durazno á los álamos saltaban
con gritos cortos y rumor de picos;
las alas inseguras agitaban
la pluma de sus blandos abanicos;
y parecía aquello un beneficio
de artistas á favor de algún hospicio.