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I
¿Habrás envejecido, inspiradora
radiante musa de la edad primera?
Perdida tu ilusión ¿serás ahora
alguna insoportable majadera?
¿Habrás, reverendísima señora,
muerto para los cantos? Si tal fuera,
no te acerques; te digo lo que siento:
de sobra están las musas en mi cuento.