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XXXII

No hay un hombre valiente y decidido
que, sin temblar ó extremecerse, aguante
que lleguen claramente hasta su oído
las voces de otro mundo; no hay gigante
que no sea en pigmeo reducido
si se ve con un muerto por delante,
y el muerto, desmintiendo los refranes,
alza la voz para explicar sus planes.

XXXIII

Esa es la condición misera y triste
de quien nace mortal, y en su pobreza,
á ultrapasar con ánimo resiste
la línea obscura en que la muerte empieza.
Blanca mortaja funeral reviste
de Silvia enamorada la belleza,
y es eso ¡Dios bendito! lo bastante
para llevarse el mundo por delante!