centímetros, sistema Plasencia. Otra batería de cuatro cañones, Krupp, de ocho centímetros, tiro rápido y que usaba pólvora sin humo, llegó de Cuba antes de declararse la guerra.
El total de piezas de artillería existentes en la plaza de San Juan era de 74.
Como dato para la Historia debemos consignar que los peñascos que actualmente se encuentran entre San Jerónimo y el Condado fueron lanzados allí por una tremenda
explosión de más de 100 hornillos de minas, voladas en 1797 por los ingenieros militares de San Juan con el objeto de impedir la entrada por aquel sitio de las naves enemigas cuyo ataque se temía.
Cuando el autor de esta crónica desempeñaba las funciones de secretario de la oficina principal del cuerpo de artilléría, pudo ver un inventario del año 1842, donde constaba que entre cañones, obuses y morteros, había emplazadas, en San Juan, en aquella fecha, 724 bocas de fuego. Estas piezas, en su mayoría, fundidas en Sevilla, de bronce obtenido con el fino cobre llevado de Méjico, eran bocas de fuego de dibujo caprichoso y elegante, con arabescos abiertos a cincel y sus asas figurando, casi siempre, dragones y otros animales mitológicos; cada una tenía su nombre en la