das por recio maderamen de ausubo, y claveteadas con remaches de bronce. Estas puertas eran las de San Juan, la de San Justo, la de Santiago o Puerta de Tierra, la de San José, sobre el matadero, y la de Santa Rosa, que conducía al cementerio. Todos estos pasos abiertos en las cortinas de los baluartes estaban defendidos por almenas aspilleradas y matacanes. La puerta de Santiago, que conducía a Puerta de Tierra, tenía sobre el foso un puente levadizo con potentes poleas y cadenas para levantarlo en un momento dado.
El Morro bate con sus fuegos todo el frente Norte hasta Punta Salinas, y los cruza por el Nordeste con los de San Cristóbal que, a su vez, con sus baterías altas y la del caballero de San Carlos al exterior, domina la bahía y todo el frente de tierra.
Para flanqueos lejanos y para enfilar el canal del puerto, estaban el castillo de San Jerónimo y el del Cañuelo, ambos con cañoneras y barbetas para infantería. Desde San Cristóbal hasta el puente de San Antonio se extienden tres líneas defensivas llamadas primera, segunda y tercera líneas, según su proximidad a dicho puente.
La tercera línea, adosada al castillo, era y es un primoroso trazado de baluartes, redientes y flechas con fosos de perfil corriente y de diamante, y además, con numerosos glacis de varios órdenes de fuego para infantería y un fortín en su interior.