Nació en Palmyra, estado de Nueva York, el 9 de febrero del año 1840, mu- riendo en Washington el 6 de diciembre de 1902. Hizo sus estudios profesionales en la Academia Naval, tomando después parte muy activa en la Guerra Civil, y el 15 de enero de 1862 estaba de servicio en la torre del blindado Patapsco, cuando este buque fué volado por un torpedo sudista en la bahía de Charleston; a su sangre fría debió la vida en aquella catástrofe.
En 1897 fué nombrado comandante del acorazado lowa, y el 17 de febrero del mismo año presidió el board que debía inquirir sobre las causas que ocasionaron la destruc- ción del crucero Maine, rindiendo su informe en 22 de marzo. Poco después fué promovido al empleo de acting real almirante, sucediendo al almirante Sicard en el mando de la escuadra del Norte Atlántico, y entonces enarboló SU insiguia a bordo dcl crucero acorazado New York. El 12 de mayo, a bordo del lowa, dirigió el bombardeo de San Juan, acción de guerra que llevó a cabo sin la necesaria autorización, valién- dole por esto fuertes censuras en los Estados Unidos y en Europa, donde muchos marinos prominentes, y no pocos estadistas, juzgaron aquel bombardeo como una flagrante violación de las leyes y prácticas de la guerra. En dicha mañana, y según informes de los corresponsales de la Prensa america- na, que presenciaron el combate a bordo del yate Anita ^, el almirante Sampson, y lo mismo el capitán Evans, del loiva, estuvieron en grave peligro de morir o ser heri- dos, cuando un proyectil de 6 pulgadas, dirigido, según opinión de ambos, desde el castillo de San Cristóbal, estalló sobre sus cabezas. Al decretarse el embotellamiento de la escuadra Cervera en el puerto de Santiago de Cuba, tomó el mando de toda la escuadra de los Estados Unidos, incluso la escuadra volante del comodoro Scheley. El día 3 de julio estaba camino de Siboney para conferenciar con el general Shafter, cuando los buques españoles salieron de aquel puerto. Su insignia, el Neiv York, a toda velocidad, se reunió al resto de su escuadra, tomando escasa participación en el combate, que estuvo a cargo del co- modoro. Al finalizar la guerra, surgió en la Prensa americana una controversia, respecto a cuál de estos dos marinos correspondían los honores del triunfo; y aunque un board, que fué nombrado tres años más tarde, a petición de Scheley, falló el pleito a favor 1 Guardo en mi archivo las ediciones del World y del New York Herald, donde consta este incidente. — ■ N-delA.