adelante y con cierta aprensión por lo que. pudiera sucederle. Pe- ro, cinco horas más tar- de, volvió a galope ten- dido y montado en un hermoso caballo, anun- ciando que había visto y contado fuerzas de a pie y montadas, alrede- dor de 90 a 100 hom- bres y que venían hacia Fajardo desde Luquillo. Más tarde supe que es- tas fuerzas llegaban al número de 120. Como esta noticia era exacta y el enemigo estaba ya a cuatro millas, me vi en la necesidad de to- mar toda clase de pre- cauciones. En estos momentos, uno de mis escuchas llegó al faro guiando un gran número de muje- res y niños que venían desde Fajardo; entre ellos estaban las espo- sas del doctor Veve y de un señor Bird, a quienes, y según orden de usted, yo debía ad- mitir en el faro; pero como venían acompa- ñadas dichas señoras de unas 200 personas y un poco más allá seguían otras 500, fué imposi- ble para mí admitirlos a todos, y solamente permití la entrada a un total de 50 mujeres y niños, quienes abriga. ban temores de recibir 373
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