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CRÓNICAS
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sano (Frutos Graña), de que caballería enemiga estaba reconociendo los Consumos, hice alto, establecí servicio de vigilancia y ordené matar una novilla para preparar y distribuír rancho a la tropa, reservando parte de la carne para llevarla a Las Marías.

Para que mis soldados pudieran comer con reposo y descansar algún tiempo, resolví colocar vigilantes en paraje adecuado y que avisasen con tiempo suficiente la presencia del enemigo; y como el administrador de la finca me dijese que había un pequeño edificio, desde el cual se divisaba todo el campo hacia los Consumos, acompañado de dicho señor administrador y de Osés quise reconocerlo; pero tuve la desgracia, desgracia nunca bastante lamentada, de que al cruzar un puente de madera que a dicho edificio conducía se hundiese aquél, cayendo yo a un barranco desde diez pies de altura. Ignoro cuánto tiempo permanecí sin conocimiento, pues cuando lo recobré estaba acostado en una cama, en la casa del administrador; acudió el médico de Alfonso XIII, y después de reconocerme diagnosticó rota la pierna derecha, fuertes contusiones en el costado, también derecho, con dos costillas hundidas (había caído sobre el revólver, que llevaba a este lado) y, además, otras heridas y golpes de menor importancia.

Bastante tiempo se perdió por el accidente que relato; el convoy había continuado camino, media hora antes del suceso, siguiendo mis instrucciones; y como era urgente llegar a Las Marías, dispuse que me acostaran en una camilla, y conducido por doce paisanos (a quienes alquilé para no cansar a mis soldados) emprendimos la marcha, yendo yo a la cabeza de la columna, y así entramos en aquel pueblo a las cuatro de la tarde, sólo con el natural cansancio en las tropas.

A mi llegada a Las Marías, el alcalde, señor Olivencia, me entregó la siguiente comunicación:

«Guardia civil.—Comandancia de Ponce.—3.ª compañía.—Sr. Coronel.

De orden de su excelencia ruego a usía se digne decirme, para yo hacerlo a dicha autoridad, la situación de la fuerza a su mando y su llegada probable a este pueblo.

Me valgo de este conducto y medio [1] para que si el peón fuese registrado sea difícil ocuparle el papel.

Los informes que usía me facilite, deben ser semejantes a éste.

Lares, 11 de agosto de 1898.

El capitán, Teobaldo Cambil.»

Seguidamente contesté, para que desde Lares le fuese telegrafiado al capitán general, lo que sigue:

«Las Marías, 11 agosto 1898 (cinco tarde).

Coronel Soto a Capitán general:

Acabo de llegar a este pueblo con columna y convoy sin novedad. Espero al enemigo en la próxima mañana, y he tomado posiciones para defensa y ataque, y estamos dispuestos a quemar el último cartucho. Sírvase comunicarme aquí, por estaciones telegráficas de Lares o Pepino, sus órdenes.

  1. Este papel venía oculto dentro de una botella de color obscuro.—N. del A.