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A. RIVERO
 

En Yauco recibirá todo el tren de vagones que irá desde Guánica. Usted dispersará o capturará todas las tropas españolas que encuentre en la parte Oeste de Puerto Rico. Adoptará las precauciones necesarias para evitar emboscadas o sorpresas del enemigo, y su marcha y operaciones serán tan rápidas como sea posible; y, al mismo tiempo, usará de su buen juicio en el cuidado y dirección de su fuerza para obtener éxito en la expedición.

Es de esperarse que en Arecibo se le reúna el completo de su brigada.

Tome las raciones y cuanto necesite para su fuerza.

Reporte con frecuencia y por telégrafo.

Muy respetuosamente,

J. C. Gilmore,
Brigadier General.

Brigadier Gen. Teodoro Schwan.

Comandante de Brigada, Ponce, P. R.

La expedición.—Las fuerzas expedicionarias fueron organizadas en Yauco como sigue:

Regimiento número 11 de infantería, coronel L. D, De Russy, con 26 oficiales y 1.110 soldados y clases; batería de campaña C del 3.º de artillería y batería D del 5.º regimiento, ambas al mando del capitán Frank Thorp y otros oficiales, con un total de siete jefes y subalternos y 200 artilleros; un escuadrón de caballería con dos oficiales y 78 caballos, al mando del capitán Macomb; además los auxiliares de ingenieros, sanidad y cuerpo de Señales. Total: 36 oficiales, 1.411 soldados, y en conjunto, 1.447. Esta fuerza, llamada Brigada Regular Independiente, fué, por excepción, la única que durante la campaña se compuso, exclusivamente, de tropas regulares.

Los escuchas.—Eduardo Lugo Viña, portorriqueño, ciudadano americano, y que, según el general Schwan, proved to be a man of character and force; he rendered and is still rendering valuable service, [1] iba al frente de la columna con una partida de once nativos, bien montados; fuerza que era conocida con el nombre de escuchas. Mateo Fajardo, también nativo, de quien me ocuparé en otro lugar, estaba agregado al Estado Mayor del general Schwan con el grado de coronel.

En marcha.—El día 9, sin esperar la llegada de la caballería, salió la expedición de Yauco hacia Sabana Grande, y después de caminar doce millas bajo el sol de fuego del mes de agosto, acampó muy cerca de esta población y en las márgenes del Río Grande. Como el calor y el polvo del camino causaron serias molestias a la columna, no se perdió tiempo levantando tiendas, y, sobre sus mantas, los soldados buscaron descanso en el sueño. A media noche, ruido de sables y herraduras anunció la llegada del capitán Macomb y sus jinetes. A las ocho de la siguiente mañana, 10 de agosto, toda la brigada levantó el campo y siguió hacia San Germán, siendo el

  1. Probó ser un hombre de carácter y fuerza; rindió y aún rinde valiosos servicios.—N. del A.