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A. RIVERO
 

Ejército, empeñado actualmente en la empresa de traer a estas pía- pas nuestra bandera nacional j) las armas americanas. Sentimos como si el verdadero designio de la Naturaleza acabara de realizarse ahora, en cjue esta bella isla está protegida, no solamente por las aguas del océano Atlántico i) del mar Caribe, sino también por el fuerte brazo de los Elstados Unidos. Es verdaderamente grato el saber que iguales impulsos e iguales sentimientos de libertad s justicia brotan de los corazones e inspiran los pensamientos de usted n de sus seguidores que del pueblo de nues- tro país. Tales sentimientos han tenido bella i elocuente expresión en su carta, jp lio deseo darle la seguridad de mi aprecio jj al mismo tiempo enviarle los sentimientos de mis mejores deseos para usted ij para ese pueblo de Puerto Rico, al que auguro un futuro feliz con las ben- diciones de paz, libertad y justicia.

Muy sinceramente su^o,

Nelson a. miles,

La triste retirada. — I. a retiratla ilel teju'ente coronel Puig comenzó el 2; de julio, UH nueve de la mañana, cuando, .saliendo de Yauco, ocupó posiciones, en las alue^

, dominando el camino a .Sabana (jrande, llamado de Juan Rosas. Convencido

r sus exploradores de (pie el encímio-o no le perseguía, siguió la marcha hacia J'e- eías, por el c¡mu"no de las OueLiradas, y llc^gando a la hacienda del corso Franccís- i, l)arr¡.-) del l'asto, pernoctó allí, l'ara mayor exactitud de esta narración, interca- é algunos rjárralos de hi carta, )'a citada, del tenicaite Colorado: