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A. RIVERO
 

quedaban otros dos carboneros y que tenía esperanzas de que también fuesen capturados. Los tres vapores son de la misma compañía y navegan bajo instrucciones similares.


C. D.Sigsbee,
Comandante.

No era posible que prescindiésemos de traer a esta Crónica la información que antecede, tan verídica como interesante. Ella demuestra cuan grande es el error de aquellos que han propalado con la palabra y con la pluma que España, desde el principio de la guerra, abandonó a Puerto Rico a sus propias fuerzas, preocupándose solamente de la isla de Cuba. Fué todo lo contrario: Cuba, virtualmente, estaba perdida para España cualquiera que hubiese sido el resultado de la guerra. En Puerto Rico, donde regía un Gobierno autonómico aceptado con entusiasmo por la inmensa mayoría del país, podía seguir flotando, como un homenaje de gratitud del mundo descubierto por españoles, la bandera de oro y grana. Para no abandonar a Puerto Rico, para defenderlo con toda energía, fué por lo que zarpó de San Vicente de Cabo Verde la escuadra del almirante Cervera.

Hacia Puerto Rico venían aquellos buques y en Puerto Rico eran esperados, y si a esta isla no arribaron, fué porque el capitán general, Macías, el día 12 de mayo, 1898, notificó al almirante español que el grueso de la escuadra americana estaba frente al Morro de San Juan [1]. Y entonces, Cervera, con habilidad suma, habilidad que los marinos americanos son los primeros en proclamar, se refugió en Santiago de Cuba, incidentalmente; pero con el firme propósito de volver a Puerto Rico en cumplimiento del plan de guerra del Gobierno. Allí lo bloquearon, y como no quiso entregar sus buques, como lo hicieran los marinos alemanes en Scapa-Flow, a pleno sol, y con su buque insignia en vanguardia, salió de Santiago de Cuba, envuelto en el humo de sus cañones, el día 3 de julio de 1898, tiñendo horas más tarde de sangre española las aguas de aquellos mares.....

* * *

Otro aspecto, no menos interesante, tiene para Puerto Rico dicha información: el bombardeo de San Juan y otras operaciones de guerra en las costas de Puerto Rico, fueron consecuencias de aquel viaje. Cádiz, Madrid, sobre todos, y Cabo Verde, estaban plagados de confidentes y espías del Gobierno de Wáshington; entre los

  1. Que el general Macías supo la llegada de Cervera a Martinica y que se comunicó con éste, lo demuestra el siguiente telefonema que recibí el día 12 de mayo, en los momentos del combate, a las ocho de la mañana:
    «Diga a la gente que apriete duro, porque nuestra escuadra está muy cerca.»
    Esta noticia fué recibida con gran entusiasmo por mis artilleros, y a cada momento esperábamos coger al enemigo entre dos fuegos.—N. del A.