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CRÓNICAS
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dra española, cable que no había sido comunicado a dicho almirante por el general Vallarino, telegrafiaba en esta forma: El Gobernador General, Puerto Rico, al Ministro de Ultramar Romero Girón.. Puerto Rico, 18 mayo, 1898. Orden vuelta escuadra a Península hará caer por tierra entusiasmo Isla y su es- píritu levantado después primer combate. Dirán habitantes, España nos abandona, y situación puede ser gravísima. -Cumplo deber sagrado manifestándoselo. Y como el general Blanco, desde la Habana, había telegrafiado en igual sentido. al tener conocimiento, por habérselo comunicado el general Vallarino, de la orden de regreso a la escuadra, el Gobierno español rectificó su acuerdo, cancelando la orden del 12 de mayo. Además, a Bermejo había sucedido el nuevo ministro, Auñón. El día 20, La Rocha, comandante del Terror, notificó por cable al almirante Cer- vera, en Santiago de Cuba, que su buque estaba listo, recibiendo órdenes para que cuando pudiese hacerlo, con relativa seguridad, zarpase con rumbo a Puerto Rico,. dando igual orden al Alicante. Con fecha 22, el general Vallarino, desde Puerto Rico, avisaba al almirante Cer- vera, que el vapor inglés Restamel, con 3.000 toneladas de carbón Cardiff, había sa- lido el día antes de Curação para Santiago de Cuba, añadiendo que dicho buque an- daba siete millas por hora. Este vapor fué capturado por el St. Paul el 25 de mayo y conducido por una tripulación de presa a Key West.

U.S. S. St. Paui,

Afueras de Santiago de Cuba, 10 A. M., mayo 29, 1898.

En la mañana del 25 de mayo, 1898, dí caza a un vapor que marchaba a buena velocidad hacia la entrada de Santiago de Cuba, y maniobré de tal modo que lo pude capturar fuera del alcance de los cañones del puerto a las seis de la mañana; fué abordado con dificultad por el estado del mar y ordenámosle que se echase fuera. Entonces supimos que era el vapor inglés Restamel, de Cardiff (Wales), con car- bón, evidentemente, para la escuadra española. Primero estuvo en San Juan, luego en Curaçao, donde se informó que la escuadra de Cervera había partido dos días an- tes de su llegada. Entonces fué enviado a Cuba. Su capitán manifestó, francamente, que esperaba ser capturado; y tanto él como su tripulación mostraron buen talante por haber sido apresados y parecían satisfe- chos del resultado. Lo envié a Cayo Hueso, vía Canal de Yucatán, con una numerosa tripulación de presa, a cargo del teniente J. A. Pattson. Este vapor tenía a bordo 2.400 toneladas de carbón y parecía un excelente buque. Su capitán me dijo que en Puerto Rico