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A. RIVERO
 

Puerto Rico, entretanto, estaba tranquilo, no obstante las disidencias y accidentes de la lucha política, y la Cruz Roja ejercía sus beneficios en las epidemias, los terremotos o ciclones, los incendios penosos y en otros varios casos de necesidad y dolor.

España enviaba periódicamente, con diligencia heroica, legiones de sus hijos para morir en Cuba, no tanto por la acción de las balas enemigas, como por la influencia morbosa del clima y de las epidemias tropicales.

Últimamente se notó que muchos batallones no llevaban los médicos necesarios y en muchos casos carecían de abrigo los soldados y hasta de material sanitario suficiente. Entonces se vió aquí, con aplauso y con asombro, la generosa y previsora labor de la Cruz Roja (Sección de Damas), y muy especialmente la de su presidenta, doña Dolores Aybar de Acuña, que, al llegar a nuestro puerto cada correo de España con tropas para Cuba, se dirigía personalmente a bordo con cargamentos de ropa interior y de abrigo, y con un gran botiquín provisto de instrumentos de cirugía, vendajes, medicinas de las más necesarias, todo elegido cuidadosamente por los médicos de la Institución y adquirido por dicha señora y por las damas de su sección. Al verla llegar ya la saludaban con admirable entusiasmo aquellos valerosos y sufridos soldados.[1]

Durante la guerra.—Al estallar la guerra hispanoamericana la Cruz Roja, en Puerto Rico, quedó organizada en la forma siguiente:

Delegado de la Asamblea Suprema, Manuel Fernández Juncos; inspector general, doctor Ordóñez; presidente de la Comisión Provincial, doctor F. del Valle; vicepresidentes, doctores J. Esteban Saldaña, Coll y Toste y J. Francisco Díaz, y, además, Juan Barrera y Andrés Crosas. Consultores médicos, Francisco R. de Goenaga y Juan Hernández; abogados consultores, Francisco de P. Acuña y Manuel F. Rossy; consultores canónicos, los sacerdotes Santiago Colón y José Nin.

En San Juan.—Inspector local, doctor Pedro del Valle; médico de almacén, Manuel Fernández Náter; secretario, J. Gordils; Vicesecretarios, Damián Monserrat y F. Ledesma; tesorero, Fidel Guillermety, y contador, Luis Sánchez Morales.

Presidentes de Distrito: Marina, doctor Pedro Puig; Puerta de Tierra, doctor José María Cueto; Santurce, distrito Este, doctor Núñez, y distrito Oeste, doctor J. Carreras.

Ciudad: primer distrito, doctor José N. Carbonell; segundo, doctor José C. Barbosa; tercero, doctor Ricardo Hernández, y cuarto, doctor J. E. Saldaña.

Los médicos usaban como distintivos en las gorras de campaña dos cordones dorados, separados por otro rojo; los farmacéuticos, uno rojo y otro dorado, y los practicantes uno rojo. Todos llevaban el brazal blanco con la Cruz Roja.

En cada distrito de San Juan se instaló un Cuarto de Socorro o ambulancia, con sus camillas, mesas de operaciones, botiquín y cuanto material sanitario era preciso, todo lo cual fué costeado por suscripción popular. El Cuerpo de Sanidad Militar es-

  1. Párrafos de una carta que, acerca de la Cruz Roja, escribió el señor Fernández Juncos al autor de este libro, con fecha 10 de mayo de 1898.