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CAPITULO IX
LA CRUZ ROJA EN PUERTO RICO


RAÍZ de la segunda guerra de Cuba, el teniente general marqués de Polavieja, presidente de la Cruz Roja Española, nombró delegado general de la misma en Puerto Rico al noble y bondadoso asturiano Manuel Fernández Juncos, quien recibió la más amplia autorización para designar todos los oficiales, facultativos y subalternos.

Manuel Muñoz Barrios fué elegido presidente de la Comisión Provincial, y la ilustre dama Dolores Aybar de Acuña aceptó igual cargo, al frente de la Sección de Damas.

Puse manos a la obra, elegí con el mayor cuidado y tacto posibles los jefes y oficiales principales, así para la sección de hombres como para la de damas; les di instrucciones para la elección de cargos secundarios y de adeptos en toda la Isla; se repartieron los títulos y salvoconductos para el personal, en caso de guerra, y se organizaron clases y conferencias para instruir al personal activo.

Hecho esto, solicité la cooperación pecuniaria del país, que respondió generosamente, sin distinción de opiniones ni de procedencias, y se adquirió en tiempo, con holgura, todo lo más necesario y perfecto para cualquier caso de emergencia que pudiera ocurrir.

Ni un solo médico de los solicitados se excusó de prestar su concurso entusiasta y gratuito; ningún cirujano menor negó su ayuda ni titubeó al suscribir su cumpromiso de obligaciones; en la sección de damas hubo también ofrecimientos gratuitos para enfermeras, y la Cruz Roja extendió bien pronto sus brazos caritativos por toda la extensión del país.