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A. RIVERO
 

Italic textalgunos l.os de alivi. cuatro h pieza para cerciorarse de que estaba bien cargada, se le esca- lio el tiro, yendo a clavarse rl proyectil en otro buque anclado en la bahía.

Al amanecer. — Desde las cuatro de la madrugada toda la guarnición estaba en píe y en sus puestos de combate; a las cinco, los artilleros entraron en l>aterías; jefes y oficiales, subi^ dos a los paraf)etos, exafuinába- nios el horizotite con nuestros gemelos de campaña. A las cinco y media, o poco más, el sol nos envi(3 sus pri- meras claridades; una racha l)arrió la,s l>rumas, y vimos t¡ue la escuadra enemiga liabía des- aparecido. Hasta «londe alcan- za.ba la vista, el mar estaba. d.'>u,<. sr:na.i,.r .k, ruMM.n dcsicrto; aquí y allá flotaban .urrrai.aiii.i.-M-,. .;,. I;, isi.K cajas vacías que liabían conte- nido pólvora y proyectiles, y )s de mástiles y restos de embarcaciones menores, izados y cruceros de Sani.ps(m so hatiían retirado. Un sentimiento pod<-T(') fie iodos, y muchos se fueron a descansar después de veinti- de tensión niTviosa. Vo (pusiera fijar (^xactam<mte en estas |)áginas mi estado de ánimo durante la jornadíi del i 2 de m;iyo. Lo |)r¡mero fué sorpresa, temor a lo imprevisto y a siis con^ secuencias, y ial ve/ miedo. Después délos primeros disparos, y cuando divisó a tanta gente infeliz, a (¡uiencs los pnyvediles americanos sacaron de sus lechos a me- dio v<'stir, y ()ui« Imscaban en su buida la salvación, sentí odio profurnto hacia aque- llos grandes buques, tpie, n,o ccmtentos con su inmensa superioridad, se escndal^an vn la soíubra de la noche jiara atacar a mansalva a un pueblo indefenso, violando todas las reglas del derecho de gentes y los sentimientos de humanidad, o afirmo, por un" honor, que aquel dia hice cuanto pude para hundir uno o muchos de los cru-