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20.
-Una planta funesta.
En uno de los tantos momentos de mi vida en que, <ansada y desfallecida, he acudido en busca de reposo para el cuerpo, o de una distracción para la .mente, al libro, amigo y con:pañero siempre amable, siempre fiel, encontré un diálogo de Alfonso Karr, sumamente bien ideado y que, por la novedad de la forma, la verdad que desgraciadamente encierra, y los beneficios que puede reportar a quien ponga en práctica los saludables con- sejos que de él se desprenden, me he propuesto ofre- cerlo en la primera ocasión a mis lectores y con espe- cialidad a los niños, a quienes interesa en alto grado.
Si la memoria no me es infiel, el autor citado dice en su libro, más o menos, de esta manera :
Suponed que hace unos 300 años 5e hubiera presen- tado un hombre cualquiera a un jefe de Estado, cuyas finanzas anduvieran bastante mal, y con él sostuviera el siguiente diálogo :
— Señor : como sé que el presupuesto de esta nación no da para mucho, vengo a proponeros el estableci- miento de un impuesto que, sin opresión, sin levantar la menor queja, haría entrar en el tesoro del Estado, en un tiempo relativamente corto, cerca de un cente- nar de millones, impuesto que será voluntario, al que nadie estará obligado, y al que, no obstante, todos cor tribuirán.