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12.

La ociosidad.

Ciudadano celoso, es un maj ciudadano. EURÍPIDES.

“Habíase radicado en Atenas — hace de esto más de tres mil años — un extranjero llamado Amílcar. Por su condición honbrable, por su gran fortuna, por su carácter progresista llegó Amílcar a tener grande in- fluencia entre los ciudadanos atenienses.

Era aquélla una época aciaga para la República : las costumbres estaban desmoralizadas y se carecía de un código de leyes que permitiera a los hombres de go- bierno ejercer equitativa justicia.

¡Leyes! ¡Necesitamos leyes! — se decían. — Que se- falen a cada hombre sus deberes y sus derechos. Sin ellas el país es como una barca sin timón. Decidieron, en consecuencia, encargar a un ciudadano probo y se- vero, llamado Dracón, que formulase un código.

Las leyes que dictó Dracón al pueblo fueron severí- simas : pocos dias después de haber sido establecidas, entró en casa de Amílcar uno de sus hijos gritando :

— ¡Padre! ¡Padre! ¡Es inaudito! Alceste, el hijo de tu amigo Simón acaba de ser condenado, por ociosidad, a pagar una fuerte multa, con la amenaza de que si no se. corrige tendrá pena de la vida. Sin embargo, él es rico, no necesita trabajar.

— La ley es clara — respondió Amílcar — el ocioso