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113.

Despedida de Héctor y Andrómaca.

Andrómaca, acercándose afligida, lágrimas derramaba. Y al esposo asiendo de la mano y por su nombre llamándole, decía acongojada :

— ¡Infeliz! tu valor ha de perderte; ¿no tienes compasión del tierno infante ni de esta -lesgraciada que muy pronto en viudez quedará, porque los griegos, cargando sobre ti, la vida,

fieros te quitarán? Más me valiera descender a la tumba que privada

de ti quedar; que si a morir llegases, no habría para mí consuelo alguno sino llanto y dolor. Ya no me quedan tierno padre ni madre cariñosa.

Mis siete hermanos en el mismo día bajaron todos al Averno obscuro; que a todos de la vida, despiadado, Aquiles despojó, mientras estaban guardando los rebaños numerosos

de bueyes y de ovejas. A mi madre

la que antes imperaba poderosa

en la rica Hipoplacia, prisionera

aquí trajo también con sus tesoros,

y admitido el magnífico rescate

la dejó en libertad; pero llegada

al palacio que fuera de su esposo,

la hirió Diana con suave flecha.