LECTURAS VARIADAS
106.
Mocedades de Hernán Cortés.
Un día del año 1504 — el mismo en que dejó este mundo Isabel la Católica —, en la ciudad de Salamanca, insigne en Jetras y ciencias, en pie ante la pertada de la Universidad, platicaban dos estudiantzs acerca de un sujeto, antaño su compañero y amigo. Era uno de los escalares extremeño, de gesto grave; el otro, segoviano, con trazas de ladino y socarrón.
— ¿Y es noticia cierta? — preguntaba el segundo.
— Ciertísima — afirmaba el primero. — Lo sé por el propio Francisco Núñez de Valera, que es su tío. y en su casa moró cuendo cursaba estas aulas. Y no es ésta la primera vez que lo intenta. Cortés ha querido pasar a las Indias con Nicolás Ovando, y si no cae envuelto en las piedras de la pared de un trascorral, y con ello no se le recrudecen las cuartanas, ha tiempo que por allí andaría.
— Pues no creyera yo, Bachiller, que Hernán hiciese más, sino irse con Gonzalo de Córdoba a Italia, donde, con igual riesgo y no menor fatiga, hay más gusto y diversión; que él es de suyo bullanguero...
— En eso andáis errado — objetó el otro estudiante. — Más gusto para la inclinación de Cortés habrá en las Indias, donde diz que el oro se mide per hanegas y se ven pueblos con casas de tejas de cro y paredes ce plata.