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LECTURAS VARIADAS 283


Los esposos Viera obraron, pues, muy cuerdamente no permitiendo que Luisito fuera sacado de la cuna aun cuando llorara, y distribuyendo severamente las horas de su alimentación, baño y sueño.

Amalia no le permitió comer nada antes del año, y entonces empezó con prudencia a darle sopitas de fideos finos, fosfatina, caldo con sémola, una yema de huevo en el caldo, pero sobre todo leche.

Después de Luis, llegaron Amalia, José Pedrito, Anita y Mercedes; con todos se siguió el mismo régimen; si alguno parecía indispuesto, se le ponía a dieta inme- diatamente por dos o tres días; así crecieron muy her- mosos; porque para criar niños sanos lo que más se necesita es método en la alimentación.

Por las avenidas del jardín jugaban alegremente acom- pañados de dos grandes perros: Duc y Huáscar, mestizos de San Bernardo y Terranova.

Son de índole muy buena estos niños. Los dos mayores tienen hace tiempo una maestra que les enseña y los lleva a dar examen en una escuela de la capital; nunca dan trabajo para hacer sus deberes, que ellos conocen perfectamente; también es verdad que sus padres, muy buenos, muy cariñosos, son al par sumamente severos cuando los niños incurren en alguna falta, y cada orden dada por el papá, la mamá o la maestra se cumple sin replicar; pero me complazco en decir que- rarísima es la ocasión en que los niños mayores incurren en faltas; Luis y Amalia jamás han dicho una mentira; son ver- daderos modelos de franqueza y lealtad.

A las ocho de la mañena, todcs, bañados y arreglados, entran en el comeder a tomar su desayuno ; después los más pequeños van a jugar, los mayores a la clase hasta las diez; a esa hora termina la lección y parece que