LECTURAS VARIADAS 217
bien cinchados al sobaco, recorriendo una vía semejante, por sus giros, a una sierpe pendiente de un balcón.
La cuesta era empinada y tortuosa, resguardados de pircas los despeñaderos dz sus curvas, y de cuya pen- diente dará una idea el detalle de que tardamos más de una hora en salvar la media legua que nos separaba de la cima.
¡Al fin llegamos a la Cuesta Colorada!
Echamos pie a tierra, nos envclvimos en las mantas que habían hecho oficio de cojinillo y admiramos du- rante algunos minutos los cuadros que nos brindaba tan colosal atalaya : allá abajo el valle de Paclín, semejante a un nacimiento de Navidad; al norte, las montañas cenicientas del Alto, manchadas de nubes semejando puñados de algodón o disparos de gruesa artillería empla- zada en las colinas; al sur y al este, las lejanas y grises llanuras santiagueñas y tucumanas; y en el límite occi- dental del horizonte, una cinta ondulada y brumosa que ocultaba los altos picos andinos.
A las 10 de la mañana comenzamos la larga y sinuosa bajada, a través de las elevadas sierras orientales del Alto, a cuyas gigantescas y verdes faldas se ajustaba como una guarnición el camino descendiente, abierto en el granito.
E. J. WelGEL Muñoz.
LÉXICO
Pircas. — Paredes de piedra hechas por los indios.
Atalaya. — Torre hecha comúnmente en un lugar elevado para que sirva de punto de observación.
Sierras del Alto. — Son continuación sur de la sierra de Aconquija. Entre la sierra del Alto y la de Gracián está el valle de Paclín.