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276 ISONDÚ


Sería largo explicar por qué habíamos preferido hacer el viaje a caballo y no sobre rodado, tratándose de recorrer una distancia de casi treinta leguas; pero mis lectores quedarán suficientemente ilustrados cen la ad- vertencia de que no habíamos ganado para sustos a la ida, siendo suspendidcs en la diligencia, sobre los pro- fundos precipicios que bordean la angosta carretera.

suaves y pintores:as cuestecillas del Portezuelo y del Palo Labrado y contando con una hermosa noche para admirar paisajes de reflejos lunares, tuvimos que so- portar una improvisada tormenta, amén de su aguacero de verano que nos caló hasta las camisetas.

A media noche, y abrumados por una marcha de cinco horas, rematamos nuestra primera jornada bajo el hospitalario techo de la posta de Amadores, donde los señores Nieto y Avellaneda nos hicieron conocer las delicias inolvidables de un confort (1) que, brindado con afectuosa espontaneidad, y lujoso en su sencillez por lo oportuno, nes demostró que los mejores bienes son los más relativos en este mundo.

Amadores da frente a una puerta lateral del largo y angosto valle de Paclín, que se extiende como una verde alfombra al pie de las montañas, entre las que sobresale la cumbre del Totoral. Constituyendo ésta uno de los grandes atractivos del camino, cruzamos rá- pidamente el valle en las primeras horas de la mañana, y después de un breve repcso en La Merced, donde co- mienza la ascensión, emprendimos ésta con los caballos

(1) Confort, palabra inglesa que siguifica comodidad, bienestar.