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266 ISONDÚ


87.

Los lacedemonios.

Un rey de Lacedemonia expatriado de su país habíase refugiado entre los persas. Recibió allí muchas mercedes de Darío y permaneció en Persia hasta el fin de sus días. Cuando Jerjes preparaba la expedición contra los grie- gos quizo conocer la opinión de su ilustre huésped y he aquí cómo narra el historiador Herodoto el diálogo que aquél sostuvo :

Acabada ya la reseña de las galeras, saltó Jerjes de. su nave e hizo comparecer a Demarato (que tal era el nombre del expatriado), hijo de Aristón, que le acompa- ñaba en la expedición contra Grecia, y puesto en su pre- sencia, hablóle en estos términos :

— «Mucho me agradaría ahora, Demarato, que respon- dieras a una pregunta que hacerte quiero. A lo que tú mismo dices y a lo que aseguran los griegos que se han presentado en mi corte, tú eres griego y natural de una ciudad que ni es la menor ni la menos poderosa de la Grecia. Quiero, pues, que me digas si tendrán valor los griegos para venir a manos conmigo. Digolo porque estoy persuadido de que ni todos los griegos, ni todos los de- más hombres de occidente, por más que se juntaran en un ejército, serían capaces de hacerme frente en campo de batalla, no yendo acordes entre ellos mizmos. Mucha complacencia tendré, pues, en oír sobre esto tu parecer. » Ésta fué la pregunta de Jerjes, y tal la respuesta de Demarato :

— «Señor, le dice; ¿queréis que os diga la verdad des-