238 ISONDÚ
78.
Fanales del mar.
« Por si lo ignoras, te diré que la estupidez es el primer efecto de la ignorancia. »
La luz del Sc!, al pasar de la atmósfera al agua, se refracta, es decir, se quiebra; pero no tiene bastante poder para atravesar todas las capas líquidas y llevar su benéfica influencia hasta grandes profundidades.
¿Creeréis por esto que el fondo del mar está sumer- gido en profundas tinieblas?
Nada de eso. En el mar existen muchos animales que producen luz a semejanza de las linternas y coyuyos; hay crustáceos cuyos enormes ojos son verdaderos faroles que les guían en los sombríos antros.
La fosforescencia del mar es debida a infusorios que, por millones de millones, puluian en las aguas. El fe- nómeno alcanza maravillosas proporciones en la zona tórrida, pero en algunos puntos de la costa argentina, tales como Mar del Plata, puede observarse también du- rante las noches obscuras.
Mas no son las luces vagabundas las que van a ocu- par nuestra atención por hoy, sino focos estables, dis- tribuidos en el fondo del mar, verdaderos fanales que sustituyen al Sol en los insondables abismos.
Este descubrimiento débese al marqués Follin, que ha hecho muchos estudios sobre animales submarinos; mas no quiero empañar su interesante narración, y como su estilo es sencillo, lo comprenderéis sin dificultad.