Página:Correa Morales Isondu.djvu/241

Esta página no ha sido corregida

LECTURAS VARIADAS 227


meseta que rodea el torrente en profundo lecho con bordes elevados formando pintoresco abismo, se extiende, oliente la aldea. La calle principal la cruza de extremo a ex- tremo y comienza y remata en dos columnas de pie- dra labrada, como portadas que, en semicírculo ofrecen asiento al viajero cansado, al entrar, o lugar de despe- dida a los aldeanos, al salir fuera en excursión muy larga. Las cabañas cercadas de huertos, las callejuelas por donde corre el arroyo entre berros de relucientes hojas; la plazoleta con tiendas de colorines, de lienzos, arreos de montar y baratijas; su blanco pilón de piedra berenguela, al centro, y dominándolo todo, la iglesia con su enorme ojiva de colores en la fachada, con sus torre- cillas blancas y agudas que terminan en flecha, y en el costado la casa parroquial, burguesa, sombreada por copudos saúcos y tapizada de trepadoras capuchinas y - madreselvas que, remontando el muro, forman parasol oloroso en la portada.

A su sombra, sentado en silla de baqueta cochabam- bina y el breviario en la mano, contempla el buen cura, no viejo aún y de rostro fresco y aire bonachón, el zig- zag que en la loma de enfrente, a partir desde la alta ermita sin puerta, que tiene empotrada en el muro del fondo una cruz pintarrajeada en cuerpo y brazos con los pasajes de la pesión del Redentor, contempla el zigzag que forma la senda blanquizca sobre el verde tapiz de la falda, por donde al lánguido renguear de su caballo baja un jinete defendiendo, con la ancha ala de su sombrero, su faz y sus ojos del sol, que le cae de lleno, al descender amarillo y caliente hacia el ocaso.

Exhalaba la tarde sus vahos y sus perfumes al son del torrente que bullía sordo y pertinaz abajo y de la cigarra que zumbaba monótona, incansable, arriba.