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LECTURAS VARIADAS 165


canos, blanquísimos, que cambiaban de forma como de- rrumbamientos súbitos, a cada instante, ancha orla de plumón de cisne que corría de norte a sur, circundando el cuerpo fusiforme y ceniciento de la nube, muy opaca en el centro, algo más clara luego, en escala descendente, como si se esfumara, y su límite indeciso quisiera con- fundirse con el azul casi blanco del cielo.

Bogaba con rapidez vertiginosa como extraño barco que navegara hendiendo el agua con la banda en lugar de la proa, y a medida que se acercaba iba afectando — en la continua variación de sus perfiles — una forma semicircular, cóncava, cuyo centro pareció de pronto situarse en el lugar en que yo me hallaba.

Un instante después la nube aislada ocultó al sol, perdió la orla su blancura de cisne, la masa, aun más opaca, proyectó sombra sobre una vasta extensión de pampa, como una mancha neutra sobre el verde cálido y vibrado de la hierba y que corría por el suelo amoldán- dose a sus menores accidentes, como apocalíptico reptil que sólo tuviera dos dimensiones : el ancho y el largo...

Dos paisanos que seguían a caballo la huella polvo- rienta, como dos manchitas de color al rayo ardiente del sol, se trocaron de repente en dos notas grises, y galo- paron un rato a la sombra, hacia mí como antes, pero más lejos, llevados gran distancia atrás por la luz ditu a que los envolvía. La nube siguió su carrera desolada. Los gauchos, iluminados de pronto por el sol que me deslumbró al reaparecer, dieron un enorme salto hacia adelante. Lafnube pasó sobre mi cabeza cuando ya su sombra huía a lo lejos : pasó como ave fantástica de alas sin rumores, arrebatada por el vendaval de,la altura, dejando al sol triunfante tras ella...

En el ambiente diáfano, tranquilo, fulgurante, de