164. ISONDÚ
51.
La lluvia en la Pampa.
Una nube, una sola, arrastrada violentamente por el pampero, manchaba el firmamento azul celeste claro, en que brillaba el sol, alto aún. Parecía que nos haJlá- semos bajo una inmensa campana, y el horizonte circu- lar estaba libre en un radio de leguas. La nube marchaba al encuentro del sol — muy alto también — cargada de: lluvia, con una rapidez vertiginosa.
— Vamos a tener un chaperrón — dijo un paisaro.
Las matas de paja brava y de cortadera no se movían a nuestro alrededor; las capas inferiores de la atmós- fera parecían dormir; zumbaban en torno los tábanos, los mosquitos, los jejenes, y la tropilla se arremoli- naba y apeñuscaba en círculo bajo el ardiente sol, y los pobres jamelgos, desesperados, agitaban las colas en de- fensa de sus flancos sangrientos, tratando de ocultar Ja cabeza melancólica entre la masa formada por sus com- pañeros.
Me quedé a la puerta del rancho, interesado por el espectáculo de aquella nube arrebatada en medio de tanta tranquilidad, cuando no se movía una brizna en el campo, y vagos vapores, transparentes como vibraciones del aire, hervían entre los matorrales, a raíz del suelo, como evaporación violenta de Ja_tierra_caldeada por el sol. . 5
La nube era alargada, recortada con curvas cap.icho- sas, cual de copos de algodón, en los contornos más cer-