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154 ISONDÚ

la cerita rosada, y cubrieron los azorados ojos de la muñeca dormida.

Escondido detrás de un laurel secular, cl Yassi-Yaterá, precioso enano rubio, cubierta la cabeza con un gran sombrero de paja y un bastón de oro en la mano, espiaba el momento propicio para apoderarse de aquella her- mosa criatura.

En cuanto la madre se alejó, Yassí, sonriendo mali- ciosamente, se aproximó con sigilo, tomó a Lía en sus robustos brazos y corrió al bosque.

El grito lanzólo por la niña al despertar, atrajo a la madre asustada; pero sólo fué para ver al enano alejarse con su hijita en brazos, y penetrar presuroso en el intrincado ramaje, sin que le detuvieran lianas, ni tacuarembós, porque todas las ramas y malezas se apar- taban al acercarse Yateré, y, cuando pasaba, volvían a cerrarse, de modo que pronto se perdió de vista.

Empero Juana, como madre que era, y como madre valerosa, se propuso arrancar su hijita de manos del ladrón, y sin reflexionar en' los peligros de la selva, pene- tró resueltamente en su inhospitalaria espesura.

Arboles enormes, atados por tacuarembós y lianas, le cerraban el paso y extraviaban su camino; millones de mirines cubrían su rostro chupando con rapidez el sudor que lo inundaba; de pronto se detuvo paralizada por el terror : un yaguareté había lanzado formidable rugido.

— Si retrocedo — pensó Juana — pierdo mi gordita : ¡no; adelante! — y siguió caminando hasta que se detuvo de nuevo, helada y temblando : el cascabe) del Crótalo sonaba rápidamente, como si la serpiente estuviera fu- riosa; desafiarla era morir. Se detuvo, pues, sin hacer movimiento, hasta que el reptil, aquietado, siguió su camino, haciendo sonar más lentamente sus cascabeles,