LECTURAS VARIADAS 135
distribuir su tiempo, decidió ocupar en la limpieza del jardín dos horas todos los días por la mañana, bien temprano, y una a la tardecita, cuando ya el sol hu- biera perdido su fuerza.
Como no tenía niños que perturbaran su sueño, resolvió levan- tarse a la madrugada junto con su espose; a las 4 estaban ya en pie, después se desquitaban con una hora de siesta al médiodía, y acostán- dose temprano.
El 19 de marzo dió principio a la tarea que se había impuesto, tarea que, aun siendo de su gusto, importaba sacrificios. No es fácil, para una joven criada en la ciudad, donde todo es bullicio, acos- tumbrarse a la soledad del campo, ni es fácil acostum- brarse a madrugar, así no más, de buenas a primeras; pero Amalia puso al servicio de su resolución toda su fuerza de voluntad.
Los primeros días, cuando el señor Viera la llamaba, con gusto se habría hecho la dormida o remoloneado un poco; pero resistió valientemente las tentaciones.
Las manos de una joven criada en la abundancia no son aptas seguramente para manejar el rastrillo, las tijeras de podar, la azada; Amalia las protegió con
Pedrito era dueño de una avutarda.