Esta página no ha sido corregida
LECTURAS VARIADAS
46.
El desierto.
Era la tarde, y la hora
en que el sol la cresta dora
de los Andes. El desierto inconmensurable, abierto
y misterioso, a sus pies
se extierrde; ¡triste el semblante, solitario y taciturno
como el mar, cuando un instante al crepúsculo nocturno,
pone rienda a su altivez!
Gira en vano, reconcentra
su inmensidad, y no encuentra la vista, en su vivo anhelo, do fijar su fugaz vuelo,
como el pájaro en el mar. Doquier campos y heredades del ave y bruto guaridas, doquier cielo y soledades
de Dios solo conocidas,
que él solo puede sondar.
A veces la tribu errante sobre el potro rozagante, cuyas cr.ines altereies
flotan al viento ligeras,
129