114 ISONDÚ
41.
Un cuento de abuelita.
« No digáis nunca : esta falta es ligera; yo puedo cometerla sin hacer daño. »
Pensamiento chino.
— ¡Abuelita!... ¡Abuelita! ¡Mamá vieja! — decían los chicos, — un cuentecito, hoy que llueve y no podemos ir a la escuela.
— ¿Qué voy a contaros si ya he acabado mi reperto- rio?
— Pero abuelita — interrumpió la chiquitina Lucía, calándose las gafas que aquélla tenía en la mano; — Vd. lee todo el día libros que están llenos de cuentos, y deben ser bonitos, porque a veces ríe y a veces llora como nosotros cuando nos habla de Robinsón, o de la cabaña del tío Tom.
— Lo que yo leo, hijas, son cosas serias; pero voy a ver si puedo arreglar algo que podáis comprender; de- jadme hacer memoria... ¡Ah! ya; os hablaré de la vid, cuyo fruto bien conocéis.
— ¡Oh! abuelita, se nos hace agua la boca; hasta Junio hemos tenido este año uvas de San Juan y Men- doza, enviadas por nuestro amigo X.
— Sí, aquella región de los Andes, y muchas otras de nuestro hermoso país, se adapta perfectamente al cultivo de esa planta.
— Y de ella también se traen ricos vinos por el F. C. de Buenos Aires al Pacífico,