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ISONDÚ

y batir de campanas,

mientras se oye el tronar de los fusiles y el estampido del cañón airado,

de la noche a los místicos reflejos, cual el fragor del Iguazú, escuchado como temblor de tierra desde lejos. ¡ Inolvidable ayer! En él un día

se peleó brazo a brazo

al pie de' Aconquija ciclopeo,

cual otru día al pie del Chimborazo. Lucharon con esfuerzo giganteo, estremeciendo el corazón del llano, las tropas de Tristán y ésas que pasman : ¡las huestes de Belgrano!

¡Se oyeron gritos de victoria luego, y, al disiparse el humo,

miró del Atalaya el centinela,

como inmensa catástrofe de fuego, arder la Ciudadela!

¡Encuentro de colosos!

de un lado el león soberbio, viejo en gloria y triunfador en lides,

que forjara dos siglos de su historia con Pelayos y Cides;

y del otro el Centauro

nacido en las florestas tropicales

de América cautiva,

que tiene la pujanza

de la viril intrepidez nativa;

el hijo de los Andes,

destinado a misiones inmortales,