Esos[1] reyes poderosos
que vemos[2] por escrituras
ya passadas,
con[3] casos tristes[4] llorosos
fueron sus buenas venturas
trastornadas[5];
asi que no ay cosa[6] fuerte,
que a papas y[7] emperadores
y prelados[8]
asi[9] los trata la Muerte
como a los pobres pastores
de ganados.