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La contienda trabada, entre talentos tan vigorosos y opuestos, preocupó la atención pública y nada puede dar una idea más acabada sobre su magnitud, que la descripción hecha por el senador Aristóbulo del Valle, muchos años después, en el magistral discurso pronunciado el 28 de Junio de 1890, cuando decía:

« De diverso temperamento, batallador, el primero; tranquilo, mesurado, el segundo; obedeciendo a escuelas políticas distintas, partidario de la fuerza el uno; amigo de la persuación el otro; separados ambos desde muy temprano, en las corrientes de la política, el encuentro de estos dos atletas del pensamiento argentino en la arena parlamentaria, no podía sino ofrecer el más alto interés. La oratoria de Sarmiento era apagada, difusa, casi pesada, como, que por lo general leía sus discursos, pero estaba matizada en ciertos momentos por anécdotas o referencias personales, que despertaban el interés, y, a veces, la hilaridad en el auditorio; mientras que, la dé Rawson era espontánea, atrayente, armoniosa al empezar, como fuente que se desliza entre flores, y crecía gradualmente a medida que el entusiasmo iba calentando la palabra, hasta ser grave, solemne, cuando el orador hacia vibrar las cuerdas del patriotismto nacional. Sarmiento consecuente con su escuela política, pedía una amnistía limitada, con restricciones; mientras que Rawson solicitaba una amplia, generosa, que echase un tupido velo sobre las disinciones pasadas. Fué esto al decir de un distinguido orador argentino, una