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profesores, a cuyas envidiables dotes se unía un acendrado patriotismo y una energía y nobleza de carácter que atemperaban la moderación de su conducta y la unción de sus palabras.»[1]

Las energías mentales y el alma republicana que adornaban destacando la personalidad del joven doctor Rawson, no tardaron en sacarlo del limitado escenario médico, impulsándolo hacia el de la política militante para luchar por el imperio de la libertad, escarnecida en su provincia y en la república entera.

El ambiente político de aquellos días era, en la población sanjuanina, una de las menos ensangrentadas durante la tiranía rosista, de indolencia, apatía y abandono de todos los derechos ciudadanos.

Los hombres de posición acomodada se retiraban a sus fincas y viñedos, dejando el campo libre para que el secuaz de Rosas señor Nazareo Benavidez, gobernase a su antojo, como un apóstol de la causa, sumiso, bueno, obediente, aficionado a los gallos, y no degollador, pero cuidado con el que pretendiera hablar de leyes, libertades, derechos cívicos, derrocar tiranías o desobedecer los dictados de su voluntad omnímoda.

Hablando sobre el gobierno del señor Benavidez, dice don Tadeo Rojo, contemporáneo suyo y de Rawson, en su obra sobre «El doctor Rawson ante la tiranía», 1878, lo siguiente:

...« Los únicos puntos de reunión eran las

  1. "San Juan y sus hombres", en Obras completas de Domingo F. Sarmiento.