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forzoso es confesar, que si hubiera más cordura y previsión en las familias, se evitarían una multitud de dolencias. No por esto quiero atribuir todas las afecciones hereditarias a los errores de los padres, sino también a sus desgracias. No todos tienen la dicha de poseer constituciones robustas, vigorosas y sanas, es cierto; pero si esos hombres enfermizos pensaran algo más en los hijos futuros, algo menos en los goces presentes, no tendrían la pena de ver los seres, a cuya felicidad se consagran, llevar una existencia miserable, vivir únicamiente para el dolor.»

Anticipábase pues, el doctor Rawson en 70 años, a la propaganda social que hoy hacemos, como se anticipan siempre los profetas y los talentos precursores, para conjurar en lo posible la difusión y funestos estragos que acarrean las enfermedades heredo-contagiosas como la avariosis, lepra, cáncer y la tuberculosis.

La profilaxia social de nuestros días, aconseja en todos los tonos a los progenitores, lo mismo que el elocuente disertante del siglo pasado, o sea, pensar menos en los goces presentes y algo más en los hijos futuros.

Es cierto, que hoy hemos dado un paso avanzando más, si bien en el orden teórico, al solicitar de los parlamentos leyes protectoras de las generaciones venideras, prohibiendo el matrimonio a los específicos, tuberculosos y leprosos, como miedida de previsión social, pero siempre será un medio eficaz para la consecusión de tan gran ideal, la propaganda y el convencimiento